Sermón de las siete palabras encabezado por el Arzobispo Ozoria Acosta y obispos auxiliares.

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En ocasión de la conmemoración de la pasión y muerte de Cristo y como tradición en el país, el  viernes Santo, el arzobispo de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria Acosta, y cuatro obispos auxiliares encabezaron el Sermón de las 7 palabras en la Catedral Primada de América.

Monseñor Ozoria Acosta, Arzobispo de Santo Domingo y los Obispos Auxiliares Mons Benito Ángeles Fernández, Mons. Faustino Burgos Brisman, Mons. José Amable Duran, y el Obispo Misionero en el país, Mons. Raúl Berzosa encabezaron esta tradición católica en la que se reflexionan las últimas palabras que Jesucristo pronunció en la cruz.

Es costumbre que los diferentes sacerdotes aprovechan para tocar los principales temas que en ese momento estén afectando a la población dominicana.

Mons. José Amable Durán Tineo, Obispo Auxiliar de Santo Domingo y Vicario Episcopal Territorial Santo Domingo Norte comentó sobre la Primera Palabra “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".

El obispo y Vicario del Clero dice: “Hoy Jesús sigue siendo vendido, negado, traicionado, humillado, escarnecido, burlado, azotado, golpeado, crucificado. En los millones de no nacidos, porque han sido cruel y vilmente asesinados en el vientre de sus propias madres, o tratados como simples objetos de experimento, incapaces siquiera de lanzar un grito o una mirada de dolor que detenga la mano criminal de sus verdugos”.

Y resalta: “En los niños y adolescentes víctimas de violaciones, en millares mujeres vendidas, humilladas, y asesinadas, en tantos crímenes que quedan impune, en los presos que viven en condiciones inhumanas, en las grandes masas empobrecidas por las injusticias de los depredadores del erario público y los que engordan evadiendo impuestos para acumular y amasar grandes fortunas”.

La Segunda palabra fue tratada por Mons. Faustino Burgos Brisman, Obispo Auxiliar de Santo Domingo, y Vicario Episcopal Territorial Santo Domingo Oeste.

"Hoy estarás conmigo en el Paraíso".

Haciendo alusión a la petición que uno de los crucificados hace a Jesús cuando dice. Acuérdate de mí cuando estés en el Paraíso, monseñor Burgos Brisman analiza: “ Dichoso aquél ladrón porque, aun estando en aquél tormentoso suplicio de la cruz, fue el primer beneficiario de la salvación que Cristo nos trae con su muerte en la cruz; dichoso, porque fue el primer heredero de la bienaventuranza de los que sufren y lloran y, porque en el último instante supo robar un sitio en el Reino.

Y plantea: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”

Es la respuesta, a quien ha sabido encontrar la felicidad, la alegría

y el gozo en aquél, que, con gran paciencia y entereza, aguantaba tal suplicio sin merecerlo.

Es la respuesta de un Mesías que escucha y ve el arrepentimiento

sincero de ese que, junto a él, sufre un tormento similar, aunque no tan cruento como el suyo.

Es la respuesta de un Dios que en Jesucristo se ha revelado como

un Dios de amor, misericordia y de perdón.

Es la respuesta de un Dios que presta atención al clamor de su

Pueblo, de un Dios que decide bajar a liberarlo de la

esclavitud.

Es la respuesta de un Dios que se conduele del sufrimiento

humano, de un Dios cercano, tan cercano que se le puede tocar,

apretujar y acercarse a él sin temor a ser rechazado.

El Arzobispo Matropolitano de Santo Domingo, Primado de América, Mons. Francisco Ozoria Acosta, comentó sobre la Tercera Palabra: "He aquí a tu hijo; he aquí a tu Madre".

“Nos alegra grandemente tener una reflexión sobre esta tercera palabra de Jesús en la cruz. Sobre todo, en el contexto de este año jubilar altagraciano en ocasión de conmemorarse el centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Altagracia como Protectora de la República Dominicana”, dice.

El arzobispo plantea: “en el marco de este centenario quiero llamar a todos los cristianos y a todos los dominicanos a una contemplación de estas palabras de Jesús. Y propongo una contemplación en doble vía. Así lo propone Jesús”:

Primera vía: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”.

El líder católico resalta: “desde la cruz Jesús dice a su Madre, mujer ahí tienes a tu hijo. Es Juan el menor de los discípulos de Jesús, que está con ella al pie de la cruz”.

Monseñor Ozoria expresa que: “Todos nosotros los discípulos de Jesús, tenemos que reconocer esa maternidad de María y sentirnos amados y cuidados por ella como sus hijos. Podríamos decir que el mejor regalo de Jesús, nos lo hizo desde la cruz al entregarnos a su Madre como nuestra Madre”.

En tanto que Mons. Cecilio Raúl Berzosa Martínez, Obispo Misionero en Santo Domingo hizo la reflexión sobre la Cuarta Palabra.

"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".

Monseñor Berzosa Martínez indica que Jesucristo “murió solo y abandonado”.

Y plantea que estuvo solo ante sus acusadores. Los suyos, excepto su Madre y Juan, lo abandonaron en su camino hacia el Calvario.

“La condena y la pasión de Jesús, en abandono y soledad, siguen siendo actuales en nuestros días; se denomina Cristofobia. Naciones, con larga historia y raíces genuinamente cristianas, reniegan de su propia identidad y renuncian a su herencia secular. A Jesucristo y al cristianismo, premeditada y lentamente, se los quiere condenar a la pena de muerte del olvido y de su desaparición social, cultural, legal y política”, dice.

Jesús grita: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”…

Grita porque, como hombre, ya no puede más. Grita porque tiene

necesidad del Padre.

Expresa que, si no hubiera existido un Dios sufriente en nuestra historia,

universal y personal, el mal recaería tan solo sobre nosotros y nos aplastaría.

Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández, Obispo Auxiliar de Santo Domingo, Rector de la Universidad Católica de Santo Domingo, y Vicario Episcopal de la Vicaria Territorial Santo Domingo Este comentó sobre la Quinta Palabra: "Tengo Sed".

El católico dice, la quinta palabra no puede ilustrar mejor la humanidad de Jesucristo. El crucificado no es un fantasma que aparenta sufrir en la cruz. Jesús no es una aparición que cumple una formalidad en el plan divino. Jesús de Nazaret es un ser humano verdadero. Su dolor fue tan real como el nuestro; su sufrimiento tan duro como el de cualquier otra persona.

Y a seguidas plantea: “Jesús tiene sed. Tiene sed para que se cumplan las profecías:

Resalta que: “ Su sed es real. Es la sed de un torturado que se levanta en el árbol de la cruz en representación de todo el género humano”

Al parecer – planea- se entendía que el vino podía ayudar al

crucificado a olvidar su dolor.

¿No les parece conocido este cuadro?, se pregunta Benito Ángeles, quien dice: “Nuestro país vive momentos amargos que muchas personas desean escapar de la realidad. Por eso tantas personas abusan del alcohol, de las drogas ilegales y de los medicamentos recetados.

Jorge Rodríguez,  Administrador Parroquial de la Parroquia la Exaltación de la Cruz de la zona Colonial, y Vicario Judicial trató sobre la Sexta Palabra: "Todo está consumado”.

El religioso dice que lo primero que él nos enseña sobre esta sexta palabra es que:

Explica que “en verdad nada puede ser añadido a estas sencillas palabras: “Todo está cumplido”, excepto que la obra de la Pasión estaba ahora perfeccionada y completada”.

Indica que ya que Dios Padre había impuesto dos tareas a su Hijo. La primera, predicar el Evangelio, la otra sufrir por la humanidad.

En cuanto a la primera, dice,  ya había dicho Cristo: “Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar”.

 Nuestro Señor dijo estas palabras luego de que había concluido el largo discurso de despedida a sus discípulos en la Última Cena. Ahí había cumplido esta primera obra que su Padre Celestial le había impuesto.

Dijo que exclamar: “Todo está cumplido, pues he bebido el cáliz del sufrimiento hasta lo último, nada nuevo me espera ahora sino morir”, e inclinando la cabeza, expiró.

Sobre la Séptima palabra habló Domingo Legua Rudilla, Vicario Episcopal de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Santo Domingo.

“Padre, en tus manos encomiendo

mi espíritu.

Legua Rudilla analiza que, a pesar de la incredulidad y la falta de aceptación de sus discípulos, Jesús se mantuvo siempre coherente y consecuente con esta voluntad.

Indica que. “ahora con la satisfacción del deber cumplido, pone su vida en las manos de su Padre y descansa en ellas. Había estado 33 años cumpliendo la misión que le habían encomendado y ahora volvía al Padre. Fue un suspiro hondo, profundo, lleno de ternura por la cercanía del encuentro”.

Resaltó que “todos tenemos la experiencia de que Dios con cada uno de nosotros es amoroso y de manera más especial con los desorientados, con los oprimidos, abatidos e ingratos…”

El religioso recordó cuando Jesús se perdió cuando tenía 12 años y explicó que se dirigió al padre con la seguridad de un niño. Recordó que él dijo a sus padres, José y María que lo habían estado buscando durante tres días: “¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”.

Y resaltó que esta afirmación de Jesús nos indica que, no se perdió él, que quienes se perdió fueron sus padres. “Sí, sus padres se perdieron y no nos puede extrañar”, dijo. Y a seguidas manifestó: “muchas veces he visto a papas y mamas perdidos, profesores perdidos, sacerdotes perdidos, yo mismo en alguna ocasión me he perdido”, afirmó. Y agregó que no es un drama perderse, “sí lo es permanecer perdido”.

Y recomendó que lo correcto será reconocerlo y volver al lugar en donde estuvimos la última vez.

Es en esta parte, donde el católico hace la crítica. “Esto me hace pensar, dijo, que en la vida no solamente hay gente que se pierde, sino que permanecen perdidos, nunca están donde deben de estar, sobre todo algunos servidores públicos”.

Citó que hacer una diligencia, por insignificante que sea, supone una enorme pérdida de tiempo y energía: “Aquí no es… vaya usted a tal oficina… el director no está… venga usted más tarde… se cayó el sistema… vuelva usted mañana etc.…”. Que grave es no saber estar donde a uno le corresponde, afirmó.

EL SERMON DE LAS 7 PALABRAS

En una nota de la programación distribuida por la Dirección de Comunicación y Prensa, dirigida por el padre Kennedy Rodríguez, recuerda que la tradición del Sermón de las Siete Palabras comenzó en el siglo XVII por un sacerdote jesuita en Perú, quien realizó “meditaciones para el Viernes Santo” a partir de las últimas palabras de Jesús.

Se trata del Venerable P. Francisco del Castillo, quien está en proceso de beatificación, afirmó.

Dice la información que el sacerdote jesuita realizó durante el Viernes Santo, en 1660, una prédica de tres horas en la que comparó el sufrimiento de Cristo con los padecimientos de los esclavos e indígenas.

Desde entonces, dice: “las últimas palabras de Jesús, tal como aparecen en el Evangelio, se volvieron parte de la tradición cuaresmal de la Iglesia” y “del servicio de Viernes Santo”.

El Sermón de las Siete Palabras no solo se realiza en Perú, resalta la información, sino que su práctica se extendió a  toda América y Europa.

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