57 años conmemora el país, este 24 de abril, de la mayor confrontación bélica que ha sacudido a la sociedad dominicana en la que murieron más de tres mil personas y provocó la segunda intervención estadounidense, cuatro días después del estallido que buscaba la vuelta al poder del profesor Juan Bosch, derrocado por un golpe militar, sin nuevas elecciones y el restablecimiento de la constitución de 1963, la más avanzada que ha regido a la República Dominicana.
La guerra de 1965 se produjo cuatro años después del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo, el más férreo dictador del continente que permaneció en el poder por más de tres décadas, hasta que fue abatido a tiros en la noche del 30 de mayo de 1961 cuando se dirigía a su provincia natal San Cristóbal, en la región Sur.
Un período de inestabilidad vivió la nación, en el llamado período de la transición hasta que se produjeron las primeras elecciones libres en 1962 y en las que resultó ganador el profesor Juan Bosch del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con más de un sesenta por ciento del sufragio, frente a su principal contendor, Viriato A. Fiallo, de la Unión Cívica Nacional.
Un desbordante ambiente de alegría se vivía en campos y ciudades, tras el triunfo del popular líder político quien al jurar ante la Asamblea Nacional planteó que mientras fuera presidente en el país jamás perecería la libertad. Se trataba de un planteamiento que rompía radicalmente con el pasado.
A los actos asistieron mandatarios y personalidades de naciones del Continente, dentro de estos el vicepresidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, en representación del Gobierno de John Fitzgerald Kennedy; el gobernador de Puerto Rico Luís Muñoz Marín y los presidentes Rómulo Betancour de Venezuela, Francisco J. Orlich, de Costa Rica y Arturo Villedas Morales, de Honduras.
“Visitantes ilustres que han venido a testificar que en la República Dominicana está naciendo una democracia”, dijo Bosch al dirigirse a estas distinguidas personalidades. Estas palabras llenaron de emoción a los dominicanos.
Y no fueron palabras huecas, en seis meses Bosch tomó medidas que transformaron el país en el plano, económico, político y social. Impuso medidas de austeridad que incluyó la rebaja de propio salario y recuperó los bienes del estado que estaban en manos de la familia Trujillo.
A esto se sumaba la más avanzada constitución que establecía el derecho a la vida, al trabajo, la vivienda, la educación y a la salud. Consignaba también el derecho a la huelga y a la libertad de prensa.
Todo esto había preocupado a quienes se habían acostumbrado a la represión, el maltrato y al robo. Estos sectores empezaron a conspirar, bajo el pretexto de que el mandatario era de línea comunista.
Las acciones conspirativas terminaron con el apresamiento del jefe de Estado en la madrugada del 25 de septiembre de 1963 por parte del general Elvis Viñas Roman, ministro de las Fuerzas Armadas.
En una entrevista para un documental sobre la contienda bélica de abril de 1965, la doctora Milagros Ortíz Bosch, sobrina del fenecido ex mandatario recapitula como vio al derrocado mandatario en ese momento histórico. “Yo lo vi sereno, tranquilo, pero con la preocupación de que se había caído una oportunidad de bienestar”.
Juan Bosch fue deportado a Guadalupe. Posteriormente viajó a Puerto Rico.
Inició así una nueva era de represión con la instalación del Triunvirato compuesto por Emilio de los Santos, Ramón Tapia Espinal y Manuel Tavares Espaillat. Esta junta gubernamental disolvió el congreso, decretó el estado de sitio, suspendió las garantías constitucionales y cerró las principales estaciones de radio.
La represión provocó que los revolucionarios retomaran la lucha en las calles, mientras el carismático líder del Movimiento 14 de junio, Manuel Aurelio Tavares, esposo de Minerva Mirabal, una de las tres hermanas asesinadas por la tiranía, se fue a las altitudes de la Cordillera Central, el 28 de noviembre de 1963.
Bajo la promesa que de que se les respetaría la vida si se entregaba, Manolo fue asesinado junto 32 de sus compañeros, lo que provocó una gran indignación popular que terminó con la renuncia, el 21 de diciembre de 1963, del presidente del Triunvirato Emilio de los Santos, sustituyéndole Donal Reid Cabral.
Conspiración para el contragolpe
El teniente coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, director de la academia militar Batalla de Las Carreras, empezó a liderar un movimiento denominado Enriquillo compuesto por oficiales que buscaban la vuelta de Bosch al poder sin nuevas elecciones y el restablecimiento de la constitución de 1963.
Doña Arlette Fernández, esposa del oficial y quien falleció recientemente nos dijo que: “Fernández Domínguez no solo fue el ideólogo y el fundador de ese movimiento, sino que lo formó, lo organizó, con documentación concienzudamente y buscó sus mejores hombres”.
El complot, sin embargo, fue develado y el oficial fue deportado a España bajo el disfraz de agregado militar. Posteriormente se le permitió entrar al país por tres días, pues éste alegó que visitaría a un pariente enfermo. En ese tiempo hizo contacto con oficiales que se oponían al desorden.
Uno de estos fue el jefe de radio patrulla, Francisco Alberto Caamaño Deñó, así lo recuerda Manuel de Jesús Rojas Fernández quien nos manifestó durante una entrevista que visitó a Caamaño para tales fines y le dijo: “Yo soy primo del coronel Fernández Domínguez. Él llegó anoche de España”.
“Ah, Rafaelito está aquí”, le dijo Caamaño. A lo que él le contestó afirmativo y agregó: “Él me dijo que quería tener una entrevista con usted. Que pusiera usted el lugar y la hora”. Y recordó que Caamaño le expresó: “Dile a Rafael que esta noche nos vamos a juntar en una propiedad de mi papá”.
Rojas Fernández recuerda que en aquel histórico momento Fernández Domínguez le dijo a Caamaño: “Francis yo tengo un plan elaborado para tumbar el gobierno defacto del triunvirato. Y sería el primer ejemplo en la historia de américa que lo que los militares le quitaron al pueblo, los militares se lo devuelvan”.
Caamaño le aceptó a Fernández Domínguez forman parte de la conspiración contra el gobierno de Donal Reid Cabral y se auto asignó la tarea de encargarse del jefe de la Policía a quien definía como el oficial más corrupto del gabinete.
El Estallido se adelantó
Todo estaba programado para empezar el estallido el 25 de abril, pero los involucrados en el complot acordaron que tan solo uno que fuera apresado iniciarían la acción.
Marcos Rivera Cuesta, jefe del estado mayor, tomó represalia contra varios de los involucrados y mientras oficiales del campamento 26 de agosto que estaban comprometidos en la acción conspirativa eran apresados, un capitán acompañado de 25 alistados adelantó el movimiento cívico militar.
Mario Peña Tavera entró con una ametralladora en manos a donde su jefe, el general Rivera Cuesta, lo encañonó y lo conminó junto a los demás oficiales a entregar las armas.
Así lo recuerda Manuel Matos Medina, sargento asignado a la jefatura quien fue uno de los protagonistas de ese momento historio. “Éramos por lo menos 25 entre sargento mayores, sargento de A&C, cabo, rasos y actuamos”.
Justo en ese momento José Francisco Peña Gómez, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano, iniciaba el programa Tribuna Democrática, el medio de comunicación radial de la organización política más importante del país.
Al confirmar la información, Peña Gómez pidió al control poner la marsellesa, el himno francés, e hizo retumbar los estudios de Radio Comercial llamando al pueblo a respaldar a los militares constitucionalistas.
Caamaño almorzaba en su casa
A esa hora del 24 de abril de 1965 Francisco Alberto Caamaño Deñó almorzaba en su casa, en la calle Pedro Libio Cedeño de la capital. Estaba junto a su tío, el capitán Alejandro Deñó Suero, alias Chibú.
Doña Chichita, su esposa, quien falleció recientemente, nos dijo en una entrevista que: “sonó el teléfono, se lo pasé y le dije Francis te llama Yovanny y reaccionó. Que será lo que está pasando”.
La dama recordó que había tensión: “Estaba que se comía las uñas y dijo, no pero ahora mismo yo voy para allá”.
El militar dejó el exquisito almuerzo, vistió de civil, empuñó su fusil AR-15 de fabricación americana y las dudas se despejaban.
En otro escenario, doña Gladys, esposa del oficial Héctor Lachapelle Díaz, nos dijo en una entrevista que decidió comunicarle la situación al coronel Fernández Domínguez, quien se hallaba fuera del país, mediante un telegrama en clave.
La nota decía “Feliz Cumpleaños. Gladys”. Eso quería decir salga para Santo Domingo que empezó la acción.
Rebelión militar
El teniente coronel Miguel Hernando Ramírez ordenó a las tropas del campamento 16 de agosto de la autopista Duarte entrar a la ciudad. También se revelan los militares del campamento 27 de febrero de la margen oriental de la capital y el presidente Reid Cabral se ve obligado a abandonar el poder.
Caamaño Deñó junto a Vinicio Fernández, Jovanny Gutiérrez y Eladio Ramírez entraron al Palacio Nacional acompañados de decenas de hombres armados y formaron el comando militar revolucionario.
Inmediatamente traspasaron el mando a Rafael Molina Ureña, quien era el presidente de la Cámara de Diputados. Este informó sobre el restablecimiento de la constitución y anunció el retorno de Bosch.
Aviones de la Fuerza Aérea Dominicana hacían pasos en picada y luego se levantaban a los cielos sobre la casa de Gobierno. Para la multitud eran señales de respaldo al movimiento, sin embargo, fue lo contrario. La aviación atacó durante todo el día 26.
Como nace el liderazgo de Caamaño
En medio de la urgencia se informó que el coronel del Ejército Miguel A. Hernando Ramírez, quien dirigía la acción militar, sufría de hepatitis y que debía ser sustituido por el oficial de más alto rango en la sucesión. Ese era el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
“Le entregué el mando al coronel Caamaño por imposibilidad física. Ya no podía más con la hepatitis”, nos dijo en un entrevista el oficial quien falleció hace una década.
El secretario particular del coronel Caamaño, Bonaparte Gautreaux Piñeyro. Nos dijo: “Entonces Caamaño toma el poder militar, para decirlo de alguna manera, la mañana del 27 de abril y comienza a casarse con la gloria”.
Ese momento marcó a quien fuera el ministro de la presidencia del Gobierno que presidió Caamaño, Héctor Aristy, fallecido en el 2015. Nos dijo: “Lo que siempre más recordó fue el día en que el líder militar se incorporó a la revolución”.
El jefe de la Marina Rivera Caminero se había comprometido a favorecer la insurrección, pero el 27 ordenó bombardear el palacio donde estaba el presidente provisional Molina Ureña, uniéndose así a las fuerzas de San Isidro lideradas por el general Elías Wessin y Wessin.
La situación se fue tornando más crítica, el presidente provisional Molina Ureña, varios dirigentes del PRD e integrantes del alto mando constitucionalista fueron a la embajada de los Estados Unidos en busca de una mediación que pusiera fin al conflicto.
Se dice que Caamaño había pedido que se le ordenara a Wessin detener los bombardeos, pero no hubo acuerdo en las conversaciones, debido a que el embajador habría dicho que no era momento de negociación, sino de rendirse. Lo cierto es que Caamaño salió de la reunión y se dirigió al puente Duarte donde se escenificaban combates con las tropas de San Isidro.
Según el militar constitucionalista Manuel Ramón Montes Arache, también fallecido, había declarado que en esa batalla murieron no menos de quinientos hombres, víctimas de la metralla y de los cohetes.
Rene Batiste, combatiente haitiano experto en bazuca pulverizó el primer tanque. Una niña de 14 años arrojó una cantina de C4 plástico, un explosivo de alto poder e hizo explotar un tanque. Pero otro tanque que venía detrás destrozó a la menor.
En el éxito de esta batalla es donde nace la leyenda del coronel Caamaño. René Fortunato, quien ha tratado sobre este acontecimiento bélico nos dice: “Ahí es donde el coronel Caamaño da el salto a la gloria, de ir a encabezar los grupos dispersos que estaban en el puente resistiendo la ofensiva de las tropas de San Isidro.
En la transición del miércoles 28 y jueves 29 fuerzas estadounidenses con asiento en Carolina del Norte llegaron a San Isidro e iniciaron desde ahí la segunda ocupación militar a la República Dominicana.
Figuras heroicas se destacaron en esta guerra como el coronel Juan Manuel Lora Fernández, Ilio Capocci, entrenador de los hombres ranas; Manuel Ramón Montes Arache, Héctor Lachapelle Díaz; Juan Miguel Román, líder del 14 de junio, y otros hombres y mujeres que jugaron papeles estelares en la más sangrienta lucha que ha enfrentado a los dominicanos.
Continuará…