El Sur de Carlos Julio Féliz

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Carlos Julio Feliz
El Sur de Carlos Julio Féliz

Por: BIENVENIDO ALVAREZ VEGA


Carlos Julio Féliz es, no solo un veterano del periodismo, sino un maestro de lo que ahora llamamos la comunicación televisiva. El ha hecho y hace un buen periodismo de televisión, pero también lo enseña a jóvenes que quieren hacer vida profesional en el medio de comunicación por excelencia de nuestros tiempos, que es, sin lugar a dudas, la televisión. Pero esa no es la única pasión de Carlos Julio Féliz. Yo creo que su otra pasión, su mayor pasión, es escribir, hablar, abogar, reclamar, pedir e intervenir a favor de su tierra amada, de su patria chica: Pedernales. Siempre lo hace y cada vez con más fervor, con más vehemencia.

Pero sus ruegos no son solo por Pedernales. El periodista va más allá de Pedernales, como lo ha hecho recientemente. Pide e interviene a favor de toda esa zona seca y hermosa que es el llamado Sur profundo: Barahona, Baoruco, Independencia y, por supuesto, Pedernales.

Se trata de una importante porción del país, de gente trabajadora y luchadora, de personas acostumbradas a luchar contra las adversidades del tiempo, contra las precariedades, contra los olvidos y, de manera principal, contra la indiferencia de uno y detodos los gobiernos que se han sucedido desde la fundación de la República.

Y ocurre que esta hermosa región no siempre fue una tierra seca y de pocos árboles, no siempre sus montañas más altas estuvieron peladas, no siempre los cambrones sembraron sus praderas. Esta zona del sur que se alarga entre el mar y las montañas fue tierra ubérrima, fue vientre de grandes y preciosos árboles, fue espacio de elevadas montañas que exhibían, orgullosas, su verdor y su tupida vegetación. Hasta que llegó el colonizador que hizo de la madera preciosa, después de agotar la búsqueda del oro que corría por los ríos, una fuente de riqueza.

Pero cuanto quiero resaltar en estas notas es la permanente preocupación que el periodista Carlos Julio Féliz muestra por su Pedernales y por todo el Sur profundo, que es su tierra, su cuna que él quiere, legítimamente, ver desarrollada y enriquecida, llena de servicios adecuados, de escuelas, de hospitales, de agua potable, de sistemas de alcantarillados, de espacios para los deportes; llena de oportunidades de trabajo para toda esa gente que ahora se gana la vida con dificultades en labores precarias.

Carlos Julio piensa que el turismo es el camino más adecuado para que el Sur tome la rienda del crecimiento económico y el desarrollo social. Otros sureños y especialistas dominicanos piensan que puede ser el turismo y la agropecuaria, porque además de sus grandes y hermosas playas, de sus litorales, de sus montañas aires frescos y de sus espacios para levantar grandes hoteles, restoranes y campos de golf, el Sur posee tierras fértiles, con agua, para el café, el cacao, el arroz, los vegetales, las uvas, frutas, etcétera.

Los campitaleños solemos olvidarnos de nuestros lares nativos cuando llegamos a Santo Domingos y nos enceguecemos con las luces de mercurio y las deslumbrantes vitrinas de las grandes tiendas. El atractivo afrodisíaco de las grandes ciudades nos seduce, nos embelesa y nos hace olvidar aquellas pequeñas calles, aquellas hileras de casas aldeanas o aquellos ríos y arroyos allendes a nuestros campos. Unos pocos, como Carlos Julio, sin embargo, siguen mirando hacia atrás, hacia su tierra, y desde aquí piden, reclaman, hablan, abogan y escriben por su bienestar, por su mejoría, por su progreso.

Eso, creo, debemos hacerlo todos. Deberíamos imitar a Carlos Julio. O hacer como solía hacer M. M. Pouerié Cordero, ese sobresaliente periodista que se movía entre Higüey y Yuma, quien siempre encontró buenos motivos para escribir a favor de su región y para resaltar sus bellezas naturales cuando nadie hablaba de ello ni pensaba que el turismo sería la gran mina de oro de la hermosa región oriental.

Ojalá que los sueños turísticos de Carlos Julio Féliz se hagan realidad y el Sur profundo, sobre todo la zona de su Pedernales querido, sea convertido en un floreciente y atractivo espacio lleno de hoteles, de bares, de restoranes, de campos de golf, de centros de artesanías y de turistas procedentes de las Américas y de la vieja Europa. Entonces, volveremos sobre sus crónicas, sobre sus libros y sobre sus reportajes para la televisión, para atestiguar el valor del compromiso por una región y por la patria chica.