57 años de la ocupación estadounidense.

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La foto de Juan Pérez Terrero que recorrió el mundo

Caamaño se convirtió en la figura más trascendental de la guerra de 1965 y lideró la lucha contra la potencia de la tierra.

Por Carlos Julio Féliz

Especial para Mundo Virtual

Cuatro días después del estallido de la guerra cívico-militar, hace 57 años, que buscaba la vuelta del profesor Juan Bosch al poder sin elecciones, tras ser derrocado por un golpe militar, se produjo la segunda intervención de los Estados Unidos que se prolongó por casi cinco meses y cuya figura más trascendental fue el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

En la transición del miércoles 28 y el jueves 29, fuerzas americanas con asiento en Carolina del Norte llegaron por San Isidro y crearon una junta militar bajo la dirección del coronel Pedro Bartolomé Benoi.

2,500 paracaidistas reforzaron a 1,500 marines que desembarcaron también por Haina y por el hotel embajador, en helicópteros. Al día siguiente, decenas de cargueros C-130 de la 82 división aerotransportada de la armada estadounidense aterrizaron en la madrugada del día 30 con dos minutos de diferencia cada uno y completaron más de 42 mil marines.

Ese mismo día, los constitucionalistas con el coronel Juan María Lora Fernández asaltaron la fortaleza Ozama e hicieron presos a varios oficiales y agentes.

Desde Puerto Rico, Juan Bosch se comunicó con Hector Aristy  y le ordenó la formación de un gobierno encabezado por el coronel Caamaño. La Asamblea Nacional se reunió de emergencia y alcanzó un 58 por ciento de la matrícula congresional.

Así toma juramento el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, como presidente provisional de la República Dominicana. Desde ese momento, Estados Unidos enfrenta una nación en armas bajo el mando de un militar de vocación patriótica.

Fracisco A. Caamaño Deñó

Caamaño prometió respaldar la constitución y luchar por la defensa del país. “Muchos son los factores que hemos tenido que enfrentar, pero ninguno tan doloroso como ver en nuestra patria tropas extranjeras que creíamos que eran cosas del pasado”, declaró el líder de la guerra de abril.

La invasión quedó legitimada bajo el amparo de la Organización de Estados Americanos y Jon Barlon Martin, enviado especial del presidente Lindon B. Johnson, propuso la eliminación de la Junta militar y la creación del llamado gobierno de reconstrucción nacional al mando de Antonio Imbert Barreras, uno de los ajusticiadores del dictador Rafael Trujillo.

La foto de Juan Pérez Terrero que recorrió el mundo

La OEA estableció una zona de límites entre ambos mandos, pero siguieron los combates y las muertes se estimaban entre mil 500 y 3 mil 500 heridos. Grupos organizados empezaron actividades de protestas, una de estas fue la marcha de mujeres, mientras Caamaño declaraba a la televisión francesa: “Quiero afirmar que si las tropas americanas no hubieran venido a nuestro país. Todo el problema de la República Dominicana hubiera quedado resuelto”.

Mejeres luchando en abril

El historiador Euclides Gutiérrez Félix, quien formaba parte del Gobierno y quien fue testigo directo de estos acontecimientos consideró correcta la decisión del canciller Jotin Cury, de apoderar el caso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

“Sacó la crisis del contexto regional de la Organización de Estados Americanos y la apoderó a una organización de carácter mundial donde estaba la Unión Soviética representando en el campo socialista”, nos dijo el historiador y dirigente político.

La presión internacional forzó al gobierno de Johnson a una negociación. Se buscó una fórmula para un gobierno de transición. Juan Bosch envió a Fernández Domínguez. A su llegada, el fundador del movimiento constitucionalista se dirigió de inmediato al edificio copelo, cede del Gobierno constitucional.

Allí se registró un hecho que llamó la atención de los constitucionalistas. Caamaño invitó a Fernández Domínguez a sentarse en su silla, tras alegar que ese era el merecido puesto del fundador del movimiento constitucionalista, pero este no aceptó.

La muerte de Fernández Domínguez

El 19 de mayo en los momentos de mayor asedio de las tropas comandadas por Imbert Barreras, un sector de los constitucionalistas con Fernández Domínguez a la cabeza intentó tomar el palacio, mediante la llamada operación lazo. Se dijo que Caamaño intentó convencerlo de que no lo hiciera.

El ideólogo del movimiento constitucionalista fue alcanzado por disparos de una ametralladora 50, manipulada por expertos de las tropas de ocupación, cuando el militar dominicano penetraba por el garaje de los tanques en el palacio; Euclides Morillo y el mejor a la vanguardia de los hombres ranas, el italiano Ilio Capocci.

El 14 de junio, día histórico en la lucha por la libertad, se realizó un gran mitin y el día después, se lanzó una ofensiva contra la zona constitucionalista.

El 12 de julio se conmemoraba el primer centenario de la retirada del colonialismo español y el 41 aniversario de la salida de las tropas que ocuparon el país de 1916 a 1924. Fue otro motivo para un acto, en la puerta del Conde, que desbordó pasiones. El discurso central lo pronunció el coronel Caamaño.

“Pueblo dominicano, dijo, hoy una vez más nos encontramos reunidos aquí y esto nos llena de orgullo a todos. Porque nos demuestra que la unidad nos mantiene libre en Santo Domingo”.  Y planteó: “y quiero pedirles que no olvidemos que manteniendo esa unidad a través de nuestra historia de ahora en adelante podremos verdaderamente formar la nueva República Dominicana.

El patriotismo se hizo sentir entre la multitud que repetía: “Unidad, unidad, unidad”.

“Precisamente manteniendo esa unidad es de la única manera que podemos echar del país al invasor extranjero”, reaccionó Caamaño.

Pero el líder constitucionalista se vio forzado a negociar bajo la mediación de la OEA. Los acuerdos incluyeron amnistía general, y restauración de la paz. También, la instauración de un gobierno provisional que recayó en Héctor García Godoy, acta institucional, una asamblea constituyente y la celebración de nuevas elecciones.

Matan a Lora Fernández en la Batalla del hotel Matún,

en Santiago.

El 19 de diciembre Caamaño encabezó una delegación que asistió a una misa en Santiago, en homenaje póstumo al coronel Fernández Domínguez cuyo cadáver fue enterrado en esa ciudad.  En el cementerio se detectó una bomba y cuando el comandante Héctor Aristy pronunciaba un panegírico se produjo un tiroteo.

Todos los asistentes se fueron al hotel matún y minutos después las balas rompían cristales de esas instalaciones. Luego los tanques produjeron una carnicería.

En el fragor de la batalla uno de estos alcanzó al jefe del estado mayor del ejército constitucionalista, Juan María Lora Fernández y a su asistente el sargento Peña.

El constitucionalista Hubiera Padua dio el siguiente testimonio al periodista Emilio Herasme Peña. “Lachapelle baja y me dijo, usted puede subir, pero no le diga nada a los compañeros. Lora está muerto”.

Milvio Pérez un destacado fotógrafo de la guerra registró los últimos minutos de vida y los primeros segundos de la muerte de Lora Fernández.

“Había un circo ahí que estaba en esos tiempos actuando, y ellos se metieron por el medio de circo. A toda esa gente la mataron”, recuerda.

Varios turistas estaban hospedados en el hotel. Dentro de estos, Willilan B. War, ejecutivo del Royal Bank y así lo recuerda: “Bajamos y nos metimos en el corredor (pasillo) que estaba en el centro y había habitaciones a ambos lados. Eso nos protegía de los disparos. No pegó ninguna dentro del corredor, pero si cada vez que se daba un cañonazo nos caía caliche y pintura del techo”, dice.

Jesús de la Rosa, otro de las sobrevientas nos cuenta cómo se las ingenió para llegar a la capital y comunicar la situación al presidente García Godoy.

“Recuerdo que fui a donde el obispo Polanco Brito. Atravieso la calle Santiago y llego a la casa del arzobispado de Santiago, toqué la puerta y salió una monjita. Le pregunto dónde estaba el padre Polanco Brito. Me dice está en Roma. Me puse una sotana y salí. En la esquina me encontré con un chofer y le dije que me llevara a la capital que tenía un problema eclesiástico, y me metí al carro vestido de cura”, narra.

“Cuando llegué a la capital, me trasladé a la casa de García Godoy y le expliqué lo que estaba pasando”, recapitula. Supo posteriormente que al chofer que lo trasladó a la capital lo asesinaron.

Germán Ureña de los que participaron en esa batalla nos dijo que no había dudas de que se buscaba eliminar a Caamaño y a su estado mayor.

“Bueno –dice-  de nosotros murieron dos y como siete heridos, pero, leve. Todos fueron heridas leves. Y de ello yo no sé cuántos, pero murieron mucho, muchísimos, más de cien”, recuerda.

La renuncia de Caamaño

Tal y como se estableció en los acuerdos, el 3 de septiembre, en un multitudinario acto, Caamaño renunció como presidente constitucional.

El gigante de abril dejó una frase para la historia:  porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo devolver lo que le pertenece.

La partida del coronel

Caamaño partió el 22 de enero de 1966, como agregado militar, hacia Londres. Una multitud se concentró en su casa y solo atinó a decir. Me voy, pero vuelvo.

Un helicóptero lo llevó al hotel embajador. Y luego al aeropuerto punta causado, hoy Las Américas José Francisco Peña Gómez. El capitán Peña Tavera, el hombre que hizo preso al estado mayor para dar inicio a la revolución fue enviado a Chile como agregado militar.

La nave donde viajaba Caamaño hizo una escala en Puerto Rico, de ahí partió a Nueva York donde se quedarían Lachapelle y Montes Arache, el destino final fue Londres donde quedaría el líder de abril, quien a su llegada declaró a los medios. “Seguiré preparándome para servirle mejor a los intereses de mi país, seguiré, estudiando, organizándome para el futuro, nadie sabe todavía las cosas que pueden suceder en la República Dominicana”.

Nota: Retornó junto a ocho compañeros por la costa sur, donde dirigió un frente guerrillero en 1973. Fue asesinado el 16 de abril de ese año acontecimientos que contaremos en otra ocasión.