Hace 56 años el poderoso huracán Inés, el más devastador en la historia ciclonológica, en la región sur transformó esta zona de un lugar de pobreza a un campo de dolor.
El centro del poderoso huracán con vientos de más de 200 kilómetros por hora entró entre Enriquillo (Barahona), y Juancho (Pedernales), y arrasó con todos los pobladitos dejando cientos de muertos y heridos.
Juancho, la Colonia y Oviedo de la provincia Pedernales fueron arrasados totalmente.
Un piloto que sobrevoló la zona comunicó al entonces presidente Balaguer que entre Ojeda (Barahona) y Oviedo Pedernales todas las viviendas quedaron arrasadas.
Las limitadas comunicaciones de la época hicieron que este ciclón tropical tomara casi por sorpresa a los habitantes de Paraíso, Ojeda, Los Pastos, Enriquillo, Juancho, La colonia, Oviedo y la cabecera común de la provincia, Pedernales.
La mañana del 29 de septiembre de 1966 brillaba en la ciudad de Pedernales.
Horas después, densas nubes negras cubrían toda la zona desde la Sierra del Bahoruco hasta el mar Caribe.
De repente, fuertes aguaceros y ráfagas de hasta de hasta 200 kilómetros por hora empezaron a destrozar viviendas. Las hojas de zinc volaban como papel. Las frágiles viviendas de los sectores Los Coquitos, La Cuarenta, Las Mercedes y otros se fueron abajo.
La primera cola de Inés derribó casas a todos los niveles, tiró abajo el tendido eléctrico y derribó literalmente todos los árboles. La segunda se llevó la fortaleza del Ejército, una hermosa obra construida en piedras, al cine Doris se le fue el techo y una moderna granja a la entrada del poblado quedó barrida.
Antes de que llegara la segunda cola, la gente se refugió en las viviendas de concretos construidas por el ingeniero Wascar Tejeda, en 1958, para la creación de la provincia; la iglesia católica, el Casino Libertad (hoy Club Socio Cultural, la escuela Hernando Gorjón, el hospital Elio Fiallo, el barrio Alcoa y otras edificaciones de instituciones públicas y privadas.
En Oviedo viejo, el segundo municipio de la provincia, solo había quedado el local del ayuntamiento.
En Juancho y la Colonia todas las casas quedaron destruidas y varios de sus moradores sobrevivieron debajo de los restos de las frágiles viviendas.
En todos estos lugares, los cadáveres estaban esparcidos por todas partes.
Fueron enterrados en fosas comunes.
Una crónica de Silvio Herasme Peña y Guillermo Gómez del Listín Diario, estaba titulada: Inés deja saldo de 48 muertos y Mil 500 personas heridas. Arrasa Juancho y Oviedo, Ejecutivo Anuncia Plan de Socorro.
El rotativo El Caribe destacaba en su edición del día siguiente: Dolor y Desolación, Rescatan sesenta cadáveres; Daños a Consorcio pasan del Millón de pesos.
En Cabo Rojo, donde funcionaba Alcoa, tiró vehículos y casas móviles al mar, así como neveras, colchones y otros enseres.
Un barco anclado en el puerto de Cabo Rojo lo llevó hasta el puerto de Pedernales (más de 15 kilómetros), y lo destruyó. Así lo narro en mi primer libro Historia de Pedernales publicado en 1984.
Balaguer, quien llevaba tres meses frente al gobierno se trasladó al lugar en medio de la tragedia.
Dos días después de la tragedia en Pedernales, helicópteros de la 82 división aerotransportada de las tropas de ocupación de 1965 llegaron a socorrer a los damnificados. Distribuían alimentos y ropas.
Inés siguió su ruta devastadora por Haití y todo el centro de Cuba, salió al Atlántico, bajó violentamente al golfo de México y llegó hasta las costas mexicanas.
Dos años después, se reconstruyeron los poblados de Juancho, la Colonia y Oviedo.
En Pedernales se construyó un barrio de 110 viviendas denominado Inés, un nombre que jamás estará en la lista de los ciclones tropicales.